Redacción
Nueva York, Estados Unidos
Sin aficionados que la alienten, Serena Williams se vio obligada a animarse a sí misma para conseguir una victoria en dos sets en la primera ronda del Abierto de Estados Unidos el martes.
La seis veces campeona del torneo no necesitó la ayuda de la grada del estadio Arthur Ashe, vacío debido a las restricciones por la pandemia del coronavirus, durante su victoria por 7-5 y 6-4 sobre Kristie Ahn, la número 96 del mundo.
Pero en algún momento durante las próximas dos semanas en Flushing Meadows, Williams, como lo ha hecho instintivamente muchas veces en las últimas dos décadas, buscará en las gradas un impulso adicional y no habrá ninguno.
“Creo que lo más difícil es asegurarte de que sigues con el impulso”, dijo Williams, cuando se le preguntó sobre la falta de aficionados y el ambiente que genera una multitud. “Para mí fue claramente fácil porque siempre soy demasiado apasionada.
“Me encanta ser apasionada. Es lo que mejor se me da”.
Quedarse sin energía tendrá un nuevo significado en el Abierto de Estados Unidos, afectado por la COVID-19, donde la bulliciosa atmósfera proporcionada por el público que abarrota el mayor estadio de tenis ha recargado en el pasado las pilas de jugadores fatigados.
Si bien Williams no estaba ciertamente jugando a todo gas el martes, comenzó su Abierto de Estados Unidos como lo hizo con otros 19, con una victoria, y mejoró su récord de partidos en la primera ronda a 20-0.
E incluso después de 20 años todavía había récords que romper: Williams consiguió su 102ª victoria en el Abierto de Estados Unidos para superar la marca que compartía con Chris Evert.
El récord que Williams codicia, sin embargo, es igualar los 24 títulos de Grand Slam de Margaret Court.
El martes, Williams se apoyó constantemente en su mayor arma, su servicio, logrando 13 aces y ganando 32 de los 38 puntos con el primer servicio.
Pero mientras su servicio infligía daño, sus otras armas no eran tan afiladas. Y a pesar de decir que estaba “súper en forma” Williams parecía fatigada.