Redacción / Foto: Archivo
Wimbledon, Inglaterra
El Campeonato de Wimbledon es la consagración y la inmortalidad, la batalla a ganar en el pasto sagrado del All England Club, la lucha de las mujeres por la igualdad de color de piel, de género y de premio, y las historias reinantes del tenis.
El origen del tenis se desconoce como tal, aunque en Francia se registra con mayor práctica en el siglo XIII, pero fue en Inglaterra donde se acentuó su formación, incluso el rey Enrique VIII mandó construir en el palacio un espacio para este juego y por ello también se le conoce como el deporte de la nobleza.
Walter Clopton Wingfield es considerado el fundador de la era moderna del tenis, porque se le acreditan, en 1873, las reglas, la manufactura de las raquetas, la red y los postes donde va fijada ésta.
El torneo de Wimbledon se organizó por primera vez en 1877, siendo el primer campeón Spencer Gore, en una competencia que al inicio era sólo para hombres.
Las mujeres fueron incluidas en 1884, con Maud Watson como ganadora del título, el cual repitió al siguiente año.
El también local William Renshaw figura como la primera súper estrella, al ganar siete títulos entre 1881 y 1889; en tanto que en damas exhibió su fulgor Lottie Dod con cinco coronas entre 1887 y 1893.
Wimbledon y sus canchas están llenas de hitos que rompieron con los marcos de la sociedad en su momento, como el de la estadounidense Althea Gibson, la primera jugadora negra que se coronó en 1957 y 1958.
Prohibida su participación en los torneos nacionales en su patria al inicio de su carrera por su color, por la remarcada segregación racial, fue animada a jugar tenis por su compatriota Alice Marble, campeona de Wimbledon en 1939, y abrió puertas a base de triunfos y conquistas del Roland Garros de Francia en 1956 y el US Open en 1957 y 1958.
«Althea no tuvo oportunidad ni nada, lo que logró es más que un milagro. Lo que ella hizo fue simplemente increíble», ha dicho Venus Williams, ganadora cinco veces en Wimbledon, mientras que su hermana Serena, lleva siete coronas.
Para la versión que empieza este lunes, las entradas están abiertas y la también estadounidense Cori Gauff, de piel color negro, es la jugadora más joven en calificar a Wimbledon, a sus 15 años de edad.
Wimbledon también está marcado por la lucha de las mujeres, por la igualdad de género y los premios, porque cuando la estadounidense Billie Jean King ganó en 1968 se llevó la sorpresa de que sus 750 libras que recibió era menos de la mitad de lo entregado al campeón australiano Rod Laver.
Días antes de la edición de 1973, King lideró una histórica reunión que fundó la Asociación Femenil de Tenis (WTA, por sus siglas en inglés), que en la actualidad aglomera a dos mil 500 participantes de más de 100 países en 55 torneos y millones de dólares en premios.
King, entonces de 29 años de edad, plasmó también en la cancha su grandeza: ganó el título individual, el dobles y dobles mixto, para ser la única en la historia en hacer esa proeza.
«Luchaba en muchos frentes y el hecho de ganar los tres títulos de Wimbledon fue notable», ha dicho Billie Jean, quien desató la «Batalla de los sexos», con aquel partido que el 21 de septiembre de 1973 ganó por 6-4, 6-3 y 6-3 a su compatriota Bobby Riggs, campeón en 1939, en el Astrodome de Houston, ante 30 mil espectadores y unos 90 millones de televidentes en el mundo.
Un triunfo en Wimbledon va más allá de la cancha, como las coronaciones de Steffi Graff y Boris Becker en 1989, lo cual originó que ciudadanos de Alemania del este y oeste lo celebraran divididos por el Muro de Berlín, en un anticipo de fraternidad y de la caída de esa división que sucedió en la noche del 9 al 10 de septiembre de ese año.
En Wimbledon también está la consagración e inmortalidad de muchos, como de Arthur Ashe, primer jugador negro en ganar el torneo en 1975; de Jimmy Connors, Bjorn Borg, Pet Sampras, Roger Federer, Rafael Nadal y Novak Djokovic.
Hay un tenista de los grandes en la historia mundial que nunca pudo ganar, el checo Ivan Lendl, quien a pesar de su exquicitez y grandes batallas no se pudo consagrar allí.
En damas están la brasileña Maria Bueno, con tres títulos; Martina Navratilova, la más grande con nueve coronas; Graff y las hermanas Williams, quienes le han dado y han obtenido resplandor en Wimbledon, el torneo más antiguo en el mundo.